domingo, 8 de febrero de 2009

EVANGELIO domingo 08 Febrero 2009



Quinto Domingo del Tiempo Ordinario


San Jerónimo Emiliani, San Jean de Matha, Santa Josefina Bakhita


Leer el comentario del Evangelio por San Jerónimo : «Jesús la cogió de la mano y la levantó»


Lecturas


Job 7,1-4.6-7. ¿No es una servidumbre la vida del hombre sobre la tierra? ¿No son sus jornadas las de un asalariado? ¿Como un esclavo que suspira por la sombra, como un asalariado que espera su jornal, así me han tocado en herencia meses vacíos, me han sido asignadas noches de dolor. Al acostarme, pienso: "¿Cuándo me levantaré?". Pero la noche se hace muy larga y soy presa de la inquietud hasta la aurora. Mis días corrieron más veloces que una lanzadera: al terminarse el hilo, llegaron a su fin. Recuerda que mi vida es un soplo y que mis ojos no verán más la felicidad.


Salmo 147(146),1-2.3-4.5-6. ¡Aleluya! ¡Qué bueno es cantar a nuestro Dios, qué agradable y merecida es su alabanza! El Señor reconstruye a Jerusalén y congrega a los dispersos de Israel; sana a los que están afligidos y les venda las heridas. El cuenta el número de las estrellas y llama a cada una por su nombre: nuestro Señor es grande y poderoso, su inteligencia no tiene medida. El Señor eleva a los oprimidos y humilla a los malvados hasta el polvo.


1 Corintios 9,16-19.22-23. Si anuncio el Evangelio, no lo hago para gloriarme: al contrario, es para mí una necesidad imperiosa. ¡Ay de mí si no predicara el Evangelio! Si yo realizara esta tarea por iniciativa propia, merecería ser recompensado, pero si lo hago por necesidad, quiere decir que se me ha confiado una misión. ¿Cuál es entonces mi recompensa? Predicar gratuitamente la Buena Noticia, renunciando al derecho que esa Buena Noticia me confiere. En efecto, siendo libre, me hice esclavo de todos, para ganar al mayor número posible. Y me hice débil con los débiles, para ganar a los débiles. Me hice todo para todos, para ganar por lo menos a algunos, a cualquier precio. Y todo esto, por amor a la Buena Noticia, a fin de poder participar de sus bienes.


Marcos 1,29-39. Cuando salió de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo dijeron de inmediato.


El se acercó, la tomó de la mano y la hizo levantar. Entonces ella no tuvo más fiebre y se puso a servirlos. Al atardecer, después de ponerse el sol, le llevaron a todos los enfermos y endemoniados, y la ciudad entera se reunió delante de la puerta. Jesús curó a muchos enfermos, que sufrían de diversos males, y expulsó a muchos demonios; pero a estos no los dejaba hablar, porque sabían quién era él.


Por la mañana, antes que amaneciera, Jesús se levantó, salió y fue a un lugar desierto; allí estuvo orando. Simón salió a buscarlo con sus compañeros, y cuando lo encontraron, le dijeron: "Todos te andan buscando". El les respondió: "Vayamos a otra parte, a predicar también en las poblaciones vecinas, porque para eso he salido". Y fue predicando en las sinagogas de toda la Galilea y expulsando demonios.


Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.


Leer el comentario del Evangelio por


San Jerónimo (347-420), presbítero, traductor de la Biblia, doctor de la Iglesia Comentario al evangelio de Marcos, 2; PLS 2, 125s


«Jesús la cogió de la mano y la levantó»


«Jesús se acercó, la cogió de la mano y la levantó.» En efecto, con esta enfermedad no podía levantarse por sí misma; estando en cama, no podía ir delante de Jesús. Pero este médico misericordioso se acerca él mismo a la cama. El que había llevado sobre sus espaldas a la oveja enferma (Lc 15,5), en esta ocasión de acerca a la cama... Se acerca todavía más a fin de curar mejor. Fijaos bien en lo que aquí está escrito...»Sin duda que eres tú quien debías haber venido a mi encuentro, eres tú quien debías haber venido a darme acogida en la entrada de tu casa; pero entonces tu curación no sería tanto efecto de mi misericordia como de tu voluntad. Puesto que una fiebre tan fuerte te abate y te impide levantarte, vengo yo mismo.» «Y la levantó». Puesto que ella no podía levantarse por sí misma, es el Señor quien la levanta. «La cogió de la mano y la levantó.» Cuando Pedro, en el mar, se encontraba en peligro, en el momento en que iba a ahogarse, también fue él quien lo cogió por la mano y lo levantó... ¡Qué señal tan bella de amistad y de afecto por esta enferma! La levanta cogiéndola por la mano; su mano cura la mano de la enferma. Cogió esta mano tal como lo hubiera hecho un médico, le toma el pulso y valora la importancia de la fiebre, él, que es al mismo tiempo médico y remedio. Jesús la toca, y la fiebre desaparece. Deseemos que toque nuestra mano para que nuestros actos queden purificados. Que entre en nuestra casa: levantémonos de nuestro lecho, no nos quedemos acostados. Jesús permanece a la cabecera de nuestra cama ¿y nosotros seguiremos acostados? ¡Vamos, levantémonos!... «en medio de vosotros hay uno que no conocéis» (Jn 1,26); «el Reino de Dios está dentro de vosotros» (Lc 17,21. Tengamos fe y veremos a Jesús entre nosotros.


FUENTE: www.evangeliodeldia.org

1 comentarios:

Apologética on 9 de febrero de 2009, 2:42 dijo...

saludos en la luz

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