domingo, 12 de julio de 2009

EVANGELIO domingo 12 Julio 2009



Decimoquinto Domingo del Tiempo Ordinario



San Juan Gualberto, Santa Verónica, Beatos Louis y Zélie Martin



Leer el comentario del Evangelio por San Gregorio Magno : «Los fue enviando de dos en dos»



Lecturas



Amos 7,12-15. Después, Amasías dijo a Amós: "Vete de aquí, vidente, refúgiate en el país de Judá, gánate allí la vida y profetiza allí. Pero no vuelvas a profetizar en Betel, porque este es un santuario del rey, un templo del reino". Amós respondió a Amasías: "Yo no soy profeta, ni hijo de profetas, sino pastor y cultivador de sicómoros; pero el Señor me sacó de detrás del rebaño y me dijo: 'Ve a profetizar a mi pueblo Israel'.



Salmo 85(84),9-10.11-12.13-14. Voy a proclamar lo que dice el Señor: el Señor promete la paz, la paz para su pueblo y sus amigos, y para los que se convierten de corazón. Su salvación está muy cerca de sus fieles, y la Gloria habitará en nuestra tierra. El Amor y la Verdad se encontrarán, la Justicia y la Paz se abrazarán; la Verdad brotará de la tierra y la Justicia mirará desde el cielo. El mismo Señor nos dará sus bienes y nuestra tierra producirá sus frutos. La Justicia irá delante de él, y la Paz, sobre la huella de sus pasos.



San Pablo a los Efesios 1,3-14. Bendito sea Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en Cristo con toda clase de bienes espirituales en el cielo, y nos ha elegido en él, antes de la creación del mundo, para que fuéramos santos e irreprochables en su presencia, por el amor. El nos predestinó a ser sus hijos adoptivos por medio de Jesucristo, conforme al beneplácito de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia, que nos dio en su Hijo muy querido. En él hemos sido redimidos por su sangre y hemos recibido el perdón de los pecados, según la riqueza de su gracia, que Dios derramó sobre nosotros, dándonos toda sabiduría y entendimiento. El nos hizo conocer el misterio de su voluntad, conforme al designio misericordioso que estableció de antemano en Cristo, para que se cumpliera en la plenitud de los tiempos: reunir todas las cosas, las del cielo y las de la tierra, bajo un solo jefe, que es Cristo. En él hemos sido constituidos herederos, y destinados de antemano -según el previo designio del que realiza todas las cosas conforme a su voluntad- a ser aquellos que han puesto su esperanza en Cristo, para alabanza de su gloria. En él, ustedes, los que escucharon la Palabra de al verdad, la Buena Noticia de la salvación, y creyeron en ella, también han sido marcados con un sello por el Espíritu Santo prometido. Ese Espíritu es el anticipo de nuestra herencia y prepara la redención del pueblo que Dios adquirió para sí, para alabanza de su gloria.



Marcos 6,7-13. Entonces llamó a los Doce y los envió de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus impuros. Y les ordenó que no llevaran para el camino más que un bastón; ni pan, ni alforja, ni dinero; que fueran calzados con sandalias, y que no tuvieran dos túnicas. Les dijo: "Permanezcan en la casa donde les den alojamiento hasta el momento de partir. Si no los reciben en un lugar y la gente no los escucha, al salir de allí, sacudan hasta el polvo de sus pies, en testimonio contra ellos". Entonces fueron a predicar, exhortando a la conversión; expulsaron a muchos demonios y curaron a numerosos enfermos, ungiéndolos con óleo.



Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por



San Gregorio Magno (hacia 540-604), papa y doctor de la Iglesia Homilías sobre el Evangelio, 17,1-3; PL 76,1139



«Los fue enviando de dos en dos»



Nuestro Señor y Salvador, amadísimos hermanos, nos instruye tanto con sus palabras como con sus actos. Sus acciones son, por ellas mismas, mandamientos porque cuando él hace cualquier cosa sin decir palabra, nos muestra cómo debemos actuar. Y es así que él envía a sus discípulos a predicar de dos en dos, porque los mandamientos de la caridad son dos: el amor de Dios y el del prójimo. El Señor envía a predicar a sus discípulos de dos en dos para sugerirnos, aunque sin decirlo, que el que no tiene caridad para con los demás no debe, de ninguna manera, iniciar el ministerio de la predicación. Está muy bien dicho que «los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares donde pensaba ir él» (Lc 10,1). En efecto, el Señor va detrás de sus predicadores porque la predicación es un preámbulo; el Señor viene a habitar en nuestras almas cuando las palabras de exhortación han llegado ya hasta nosotros como precursoras y hace que el alma pueda acoger la verdad. Por eso Isaías dice a los predicadores: «Preparad el camino del Señor, allanad los senderos de nuestro Dios» (40,3). Y también el salmista las dice: «Alfombrad el camino del que viene desde poniente» (Sl 67,5 Vulg.) El Señor sube desde el ocaso porque habiéndose acostado por su pasión se manifiesta con una gloria mayor en su resurrección. Sube desde el ocaso porque resucitando ha pisoteado la muerte que había experimentado. Así pues, nosotros alfombramos el camino al que sube desde poniente cuando predicamos su gloria a vuestras almas a fin de que viniendo en seguida les ilumina por la presencia de su amor.




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